Estados Unidos anunció la semana pasada que abrirá sus puertas a los viajeros extranjeros vacunados contra el coronavirus, flexibilizando las restricciones para amplias franjas de visitantes mundiales por primera vez desde que comenzó la pandemia. Pero las nuevas normas -que entrarán en vigor en noviembre- parecen excluir también a muchas personas que se consideran totalmente inmunizadas, incluidos millones que han recibido dos dosis de la vacuna rusa Sputnik V.
En términos más generales, el plan de Estados Unidos es otro golpe para los fabricantes de Sputnik V, que Moscú ha proclamado con orgullo como la primera vacuna contra el coronavirus registrada para su uso. Aunque la vacuna estaba destinada a ser una poderosa herramienta de diplomacia pandémica, su limitada aceptación en el extranjero y la lentitud de su suministro la han dejado atrás no sólo a las vacunas occidentales, sino también a las de los fabricantes chinos.
“Esto es un gran problema para los viajeros rusos y para las personas de otros países que han recibido la Sputnik V”, dijo Judyth Twigg, una profesora de la Universidad de Virginia Commonwealth que hace un seguimiento de la salud pública en Rusia, sobre las nuevas normas estadounidenses en un correo electrónico.
El Fondo Ruso de Inversión Directa, el fondo soberano que respaldó a Sputnik V, dijo en un comunicado que la vacuna “no sólo ha sido aprobada en 70 países en los que viven más de 4.000 millones de personas, es decir, más de la mitad de la población mundial, sino que su eficacia y seguridad han sido confirmadas tanto durante los ensayos clínicos como a lo largo de su uso en el mundo real en varios países”.