El papa Francisco instó a Europa a «derribar los muros» contra los inmigrantes y aseveró que la política de «brazos abiertos» es también un «mensaje importante» para la Iglesia del Viejo Continente, en el primer discurso de su gira mediterránea de cinco días por Chipre y Grecia.
«En esta isla es precioso el trabajo que llevan adelante en la acogida de nuevos hermanos y hermanas que llegan desde otros lugares del mundo», dijo el pontífice en Nicosia, la capital de Chipre, desde la Catedral maronita de Nuestra Señora de las Gracias, durante un encuentro con religiosos en su primera actividad en suelo chipriota.
«La Iglesia en Chipre tiene estos brazos abiertos: acoge, integra y acompaña. Es un mensaje importante también para la Iglesia en toda Europa, marcada por la crisis de fe», agregó Francisco, horas después de arribar a Chipre tras un viaje de tres horas desde Roma, con Télam como único medio latinoamericano a bordo del avión papal.
Con el eje migratorio como uno de los centrales del viaje ante el aumento de personas que ven en Chipre y Grecia una puerta de entrada a Europa, Francisco recordó las «numerosas civilizaciones» que han habitado el Mediterráneo, «un mar del que todavía hoy desembarcan personas, pueblos y culturas de todas partes del mundo», dijo.
«Con su fraternidad pueden recordar a todos, a toda Europa, que para construir un futuro digno del hombre es necesario trabajar juntos, superar las divisiones, derribar los muros y cultivar el sueño de la unidad. Necesitamos acogernos e integrarnos, caminar juntos, ser todos hermanos y hermanas», convocó en ese marco.
El domingo próximo, como parte de la etapa griega de la gira, el Papa visitará un centro de refugiados de la isla de Lesbos, en el mar Egeo, símbolo de los migrantes que buscan llegar a Europa a través del Mediterráneo desde Medio Oriente y África.