Durante la asunción de Ortega en Nicaragua, el presidente Díaz-Canel se reunió con el vicepresidente iraní acusado de volar a la AMIA, cuando la justicia federal ya había exigido su captura a la dictadura sandinista.
La foto del presidente cubano y el vicepresidente iraní llegó a la Cancillería y hubo una cerrada condena en sordina respecto a Díaz-Canel, pero el Palacio San Martín optó por dejar en pie un acuerdo comercial entre la Argentina y el régimen comunista que abre la posibilidad de comprar vacunas contra el COVID-19 fabricadas en la isla caribeña.
El ministro Santiago Cafiero podría haber suspendido el acuerdo suscripto con su colega Bruno Rodríguez Parrilla, que establece la posibilidad de comprar las vacunas Soberana 01, Soberana 02 y Abdala, aunque todavía no fueron aprobadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la ANMAT (Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica).
Sin embargo, Cafiero mantuvo la vigencia de un acuerdo sobre la eventual compra de vacunas cubanas que no tienen aún aval científico y que por ahora no son aceptadas para ingresar a Estados Unidos y Europa.
Se trata, entonces, de un benévolo gesto diplomático que Díaz Canel pagó con una foto departiendo con el terrorista Rezai.