En el comedor Nueva Esperanza de Quilmes asistimos a 20 comedores, hace 4 años atrás eran 3, pero aumentaron tras la situación de deterioro que implicó la pandemia. Reclamamos al Gobierno de la Nación insumos frescos y secos, ya que desde el ministerio de La Plata brindan ayuda cada dos meses, pero es insuficiente y los alimentos que bajan las autoridades son de muy mala calidad.
En el comedor asistimos todo tipo de urgencias. Hay una nena que padece cáncer de riñón, por ejemplo. En su caso, y más allá de que su madre sea la donadora, hay que pagar una operación que cuesta 150.000 pesos.
Tenemos abuelos que necesitan pañales, colchones, frazadas, abrigos. Desde el hogar tratamos de darle a todos alimentos dentro de lo que nuestra situación permite, pero es cada vez más difícil brindar un planto con nutrientes.
Hacemos rifas para comprar lentejas, contamos con la ayuda de carnicerías y verdulerías, pero no alcanza.
Necesitamos, de manera urgente, la ayuda de la gente y del Estado. Hay chicos en la calle, para los que hacemos actividades, deportes. Yo, personalmente, los llevo a probarse en clubes, pero no es suficiente. Hay cientos de mujeres en situación de violencia de género o adicciones a las que debemos asistir con actividades e información, pero necesitamos de un aparato estatal que nos respalde.
Pedimos, concretamente, que el Estado venga y haga nuevamente el relevamiento del comedor para entender la situación. Que trate de sustentarnos a partir de las familias que estamos ayudando, ya que por cada comedor hay 240 personas o más de 50 familias, muchos abuelos y gente con discapacidad.
Se necesita muchísima ayuda, y el Estado no está respondiendo como tiene que responder.
Por Carmen Nuñez