Aunque hoy resulta desconocida para muchos, en los 90 su nombre aparecía como la candidata ideal para el entonces príncipe Felipe, heredero del trono español.
Si alguien planea un primer viaje a Europa o conocer la tierra de sus antepasados europeos seguramente visitará España, paseará por París y buscará sus raíces por Italia. Si se busca un lugar con fama de glamoroso habrá que visitar Mónaco y si se ama The Crown será necesario conocer Londres. Todos estos lugares son conocidos y la mayoría de las agencias de viajes los ofrecen en sus tours, pero existe una nación con nombre de cuento que pocos tienen en cuenta: Liechtenstein, un principado o micro estado ubicado entre Suiza y Austria. Con una población de poco más de 38.000 habitantes, con uno de los PBI per cápita más altos del mundo cuenta con la monarquía más rica del viejo continente. Se calcula que la fortuna de la familia real supera los 3500 millones de dólares. Quizá por eso, antes que el actual rey Felipe se enamorara de doña Letizia, más de uno especuló con un romance entre el español y Tatiana Nora María de Liechtenstein, la princesa.
Tatiana nació el 10 de abril de 1973. Fue la última hija de Hans Adam II y su esposa, la condesa checa Marie-Aglaé Kinsky, su prima lejana. A diferencia de los que ocurre con la mayoría de las coronas europeas, su padre no se limitó a un rol protocolar sino que, graduado en Ciencias Económicas y Empresariales en Suiza, se dedicó al mundo de la banca, de ahí su gran fortuna. Otra gran diferencia con las casas reales más conocidas es que su vida familiar siempre fue muy discreta. A sus cuatro hijos, Alois, Maximiliam, Constantin y Tatiana apenas se los conoce. De pequeños se los resguardó de las cámaras y de grandes no protagonizaron escándalos, romances llamativos ni divorcios estrepitosos como sus pares del Reino Unido, España y Mónaco.
La princesa políglota
Como otros royals, Tatiana estudió en colegios exclusivos. Además heredó el don de lenguas de su padre. Como él, se comunica a la perfección en alemán, inglés, francés y español. Para continuar su formación, a mediados de los 90 decidió instalarse en Madrid para estudiar Dirección de Empresas en la European Business School.
Aunque intentó pasar desapercibida, por su figura no lo logró. Alta, bonita, culta, con ese porte discreto pero elegante que caracteriza a los que nacieron en un mundo privilegiado, aunque intentaba no llamar la atención, la llamaba. Durante su primer año en la capital española vivió en casa de una amiga, pero luego se mudó a un departamento, hasta ahí la vida de muchas jóvenes estudiantes. Pero ella además se anotó como voluntaria con una congregación misionera internacional que ayudaba a personas en situaciones de vulnerabilidad.
Para esa época, el entonces príncipe Felipe era un joven guapísimo que tampoco pasaba desapercibido. Con su 1,97 metros de estatura, su don de gente, la simpatía de su padre y el sentido del deber de su madre, todos se preguntaban quién sería la candidata ideal para el futuro monarca.
Las miradas, los focos y también las especulaciones pronto se posaron en Tatiana. Ambos príncipes se conocieron en una fiesta, luego coincidieron en algunos eventos y aunque entre ellos no había atracción, atraían la atención. Es que parecían ideales el uno para el otro. Eran jóvenes, guapos y royals.
Pero en el año 1997 los rumores de un posible romance con Felipe terminaron. No fue por un escándalo ni por un bozal legal sino porque “la única verdad es la realidad”. Tatiana se enamoró del barón Philipp Von Lattrof, un aristócrata alemán que había estudiado en Barcelona y trabajaba como ejecutivo de un grupo farmacéutico. Casualidades del destino, también se llamaba Felipe. El 5 de junio de 1999 se casaron en la catedral de San Florián de Vaduz en una ceremonia en la que estuvo Isabel Sartorius pero no el príncipe heredero ni otro miembro de la familia real española.
Tatiana se volvió a Liechtenstein y se convirtió en mamá de una numerosa familia. Tuvo siete hijos, dos varones y cinco nenas, ninguno con derecho al trono pero sí a la fortuna familiar. El primero de ellos, Lukas, nació en el 2000; después llegó Elisabeth, en 2002; la siguieron Maria Teresa, en 2004; Camilla, de 2005; Anna Pia en 2007; Sophie llegó en 2009; y el último de la familia, Maximilian, en 2011. Tatiana vive en Goldgeben, con su esposo, a pocos kilómetros de Viena. Y casi nunca se la ve en eventos con sus pares royals. Si tiene asistencia perfecta cada mes de agosto, a la Fiesta Nacional de Liechtenstein. Quizás si alguna vez se cruce a Felipe, ambos se feliciten por la mejor decisión de sus vidas: haberse casado por amor y no con el “candidato ideal” que le eligieron otros.