El Servicio Penitenciario bonaerense (SPB) puso en marcha hoy un plan de contingencia de prevención del suicidio en las cárceles de la provincia de Buenos Aires, con el fin de detectar indicios que presenten las personas privadas de la libertad o señalen situaciones de riesgo para que reciban el cuidado y contención psicológica adecuada.
Según precisó el organismo, dependiente del ministerio de Justicia y Derechos Humanos provincial, la iniciativa se coordinó con especialistas de la Dirección Provincial de Salud Penitenciaria, de Salud Mental, del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB), de la Subsecretaría de Política Penitenciaria del Ministerio de Justicia y de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP).
Desde que comenzó la pandemia ya fueron asistidas cerca de 200 personas privadas de la libertad por psicólogos de la Dirección Provincial de Salud Penitenciaria y del Servicio Penitenciario Bonaerense.
Durante esta jornada, donde se conmemora el Día Internacional de la Prevención del Suicidio, en todas las dependencias del SPB se llevaron a cabo encuentros entre las autoridades de las cárceles y de Salud Penitenciaria, junto con referentes de pabellones para presentar un video, afiches y un folleto que brindan detalles del plan.
El protocolo estipula un diagnóstico preventivo de las personas privadas de libertad que atraviesen situaciones de riesgo, para poder brindarles contención y evitar situaciones de autodestrucción o suicidios.
En este marco es que el Jefe del SPB, Xavier Areses, pidió a los directores de todas las Unidades Penitenciarias de la Provincia un listado con las personas privadas de libertad que reúnan uno o varios factores de riesgo que permitan suponer la posible predisposición autodestructiva o de riesgo suicida, a fin de establecer pautas para su prevención.
Además, el programa preventivo se basa en el lema «Tomate un minuto para escuchar a una persona en contexto de encierro, puedes cambiarle la vida #Hablemos».
«Los indicios a tener en cuenta son que la persona privada de la libertad sea sometida a aislamiento o sea rechazada socialmente, que exprese desesperanza o temor sobre el futuro, muestre señales de depresión, como Ilanto, falta de emoción, falta de expresión verbal, apatía o angustia», precisó el comunicado del SPB.
También incluye que se admita tener ideas actuales relacionadas con un suicidio, asumiendo que tiene planes actuales para suicidarse, o que ha tenido uno o más intentos suicidas previos o admite que el suicidio es actualmente una opción aceptable.
Además, es un dato referencial que la persona privada de la libertad tenga pocos recursos de apoyo externos e internos (sociales, familiares, vinculares), que tenga antecedentes personales o familiares de suicidios, que atraviese situaciones vitales y/o traumáticas como fallecimientos, conflicto familiares o ausencia de visita de su red afectiva primaria.
Otros indicios a considerar son que la persona detenida esté cursando una enfermedad crónica, grave, terminal, dolorosa o invalidante.
También que tenga un bajo rendimiento laboral y/o educacional, que tenga cambios en sus hábitos y conductas, como: el ritmo habitual del sueño, alimentación, rechace medicación, replegamiento, irritabilidad, agresividad, conducta desafiante con sus pares y autoridades, indefensión, entre otras.