La inversión extranjera directa en Brasil cayó 41% en los primeros ocho meses de 2020 respecto del mismo período de 2019, por lo que el Banco Central brasileño informó hoy que prevé la fuga de capitales más importante desde 2009, cuando la economía mundial fue arrastrada por la crisis hipotecaria de los Estados Unidos.
La inversión extranjera directa debe reducirse de 55.000 millones de dólares a 50.000 millones de dólares, el menor valor en 11 años, cuando en 2009 ingresaron 31.000 millones de dólares, señala el informe divulgado hoy por el Banco Central.
El cálculo del Banco Central brasileño ocurre en el medio de números negativos sobre la fuga de capitales e inversión de la principal economía del Mercosur y de América Latina, vinculados con la crisis económica de la pandemia.
La inversión extranjera directa cayó 41% de enero a agosto comparado en forma interanual, es decir, 26.957 millones de dólares contra 46.000 millones de dólares en el mismo período de 2019.
El déficit externo se prevé el mejor desde 2007, cuando había superavit, con una previsión de un rojo de 10.200 millones de dólares, impulsado por las exportaciones;.
La salida de capitales de los primeros ocho meses es la mayor desde 1982, 15.200 millones.
Además, 87.300 millones de reales, unos 15 mil millones de dólares, dejaron el país desde la Bolsa de Valores de San Pablo, la mayor plaza financiera latinoamericana, casi el doble de todo el año pasado.
De acuerdo con economistas, la fuga de capitales de los emergentes está dentro de las previsiones de la OCDE, pero también en el caso brasileño posee un condimento extrafinanciero, que es el respeto a los compromisos ambientales;
Un grupo de 230 inversores institucionales responsables por la gestión de 16.200 billones de dólares, pidió a sus clientes y empresas actuar contra la forma de combate a los incendios amazónicos en Brasil y Bolivia.
«Es con gran preocupación que seguimos la crisis de la deforestación y los incendios forestales en Brasil y Bolivia. Como inversores reconocemos el papel crucial que las selvas tropicales tienen contra el cambio climático, en la protección de la biodiversidad y en la garantía de los ecosistemas», dice el documento divulgado por Ceres, una ONG estadounidense.