El presidente estadounidense, Donald Trump, se enfrentará esta noche a su rival demócrata, Joe Biden, en el último debate televisado antes de los comicios del 3 de noviembre próximo, en un encuentro en Nashville, capital del estado de Tennessee, que se anuncia áspero, tras una serie de cruces de grueso calibre verbal entre los contendientes.
El primer encuentro, celebrado a finales de septiembre en Cleveland (Ohio), estuvo marcado por el caos, los insultos y las constantes interrupciones por parte de Trump.
El candidato demócrata, de 77 años, se refirió al mandatario como un «mentiroso», un «racista» y un «payaso», mientras Trump, tres años menor, le replicó afirmando: «No hay nada inteligente en ti».
Nada indica que hoy, en el debate previsto para las 21 (22 hora de la Argentina), el tono sea más cortés, aunque ambos candidatos van a estar separados por una mampara debido a la pandemia de coronavirus, después de que el presidente diera positivo a principios de mes y estuviera hospitalizado unos días.
Trump, que teme convertirse en un presidente de un sólo mandato, profundizó en los últimos días sus ataques personales contra Biden, de quien cuestiona su integridad y afirma que su familia es una «empresa criminal».
Para evitar lo ocurrido en el primer encuentro, signado por cruces e interrupciones, en esta ocasión el micrófono del candidato que no esté hablando permanecerá apagado.
«Me parece muy injusto», afirmó Trump ayer sobre este punto y reiteró además sus críticas a la moderadora de la cadena NBC, Kristen Welker, a quien califica como «una izquierdista demócrata».
Un segundo debate previsto para el 15 de octubre fue trasladado a un formato virtual después del contagio del mandatario, pero Trump rechazó la opción y al final no se celebró.
El encuentro en Nashville será para Trump una de las últimas oportunidades para intentar cambiar el sentido de una campaña que lo muestra rezagado en los sondeos.
Según el promedio del sitio web especializado RealClearPolitics, Biden aventaja a Trump por 7,5 puntos porcentuales a nivel nacional.
Esta tendencia es decreciente, no obstante, y el demócrata mantiene una distancia, aunque menor, en los estados más decisivos, aquellos donde las preferencias de los votantes oscilan entre republicanos y demócratas en cada elección.
Trump desestima las encuestas y dice confiar en cambio en su capacidad de movilizar multitudes.
«Nunca habíamos visto actos con tanto amor y tanta gente», aseguró anoche en una presentación de campaña en Carolina del Norte.
Biden, en cambio, se quedó en su casa del estado de Delaware marcando la tercera jornada consecutiva sin eventos en la agenda.
Quien sí salió a hacer campaña fue el expresidente Barack Obama, después de meses de apariciones reducidas a la mínima expresión y a eventos virtuales por la pandemia, que dejó más de 221.083 muertos y más de 8,3 millones de contagios en Estados Unidos.
En 2016, los sondeos eran favorables a la demócrata Hillary Clinton, pero Trump acabó ganando la elección de forma sorpresiva.
«Mucha gente se quedó en su casa, se volvió perezosa y confiada», advirtió Obama, que llamó a que no ocurra lo mismo en esta elección.
Una prueba del interés que suscita esta elección es que más de 42 millones de estadounidenses ya votaron por correo o en persona, es decir un 30 por ciento del total de la participación en 2016, según la organización independiente Elections Project.