Sebastián Cuattromo, uno de los fundadores de la Asociación Civil Adultxs por los derechos de la infancia, calificó como «un gesto esperanzador» la decisión papal de incluir al abuso infantil y adolescente como un delito en el derecho canónico, pero advirtió que «no deja de ser crítica» la situación de impunidad en el ámbito de la Iglesia Católica en Argentina.
Cuattromo, de 44 años, fue víctima de abuso a los 13 mientras cursaba la primaria en el Colegio Marianista del barrio porteño de Caballito, por parte del docente y referente católico Fernando Picciochi.
Recién en 2012, a los 36 años, Cuattromo logró el juicio y la condena de quien había sido el abusador en su infancia.
En relación a los anuncios del Papa Francisco, expresó que «una cosa son las medidas que se anuncian, que se toman, y otra cosa es el largo trecho a su aplicación concreta y los cambios reales» y agregó que desconoce «si estos anuncios tendrán aplicación al pasado, a todo lo sucedido hasta ahora».
Sin embargo, resaltó que «si esto ocurre, más allá de si lo hacen por convicción o por estricta conveniencia, es justamente por el formidable avance colectivo de visibilización que venimos llevando adelante las víctimas, que va generando contextos que interpelan, en este caso a la jerarquía de la Iglesia Católica, a tomar nota de este nuevo escenario social».
Cuattromo afirmó que, según una estadística del Consejo Europeo, «uno de cada cinco niños y adolescentes son víctimas de abuso, es decir, el 20% de la población». Esto tiene un «correlato dramático» en el Poder Judicial, al que llegan alrededor del 10% de las casos, de las cuales «sólo un abuso termina en juicio y condena de su autor por este delito, no en vano considerado el más impune de la Tierra», acotó.
Los silencios y negaciones son «la injusticia transversal en todos los ámbitos donde se puede dar el abuso infantil», por eso desde la Asociación Civil celebran «los avances, al menos desde lo formal y discursivo, en la reducción de esa brecha de invisibilización y ocultamiento».
En su «odisea en búsqueda de reparación y justicia», que le llevó más de 12 años, y que terminó con una condena a su abusador -lo cual es «un privilegio excepcional dentro de la norma generalizada de impunidad»-, Cuattromo avanzó por la responsabilidad civil que le cabía al Colegio Marianista porteño, el cual «pretendió silenciar la lucha por medio de un acuerdo económico».
El sobreviviente hizo llegar su situación al entonces arzobispo de la Ciudad de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, y si bien nunca tuvo un encuentro personal, a través de Mario Poli -quien actualmente ocupa la máxima jerarquía eclesiástica de Argentina- le comunicaron que «avalaban la actitud y el procedimiento del colegio y de la Congregación», relató Cuattromo.
«Que el Papa Francisco, que años antes actuó de esa manera en su país, anuncie esto y actúe de esta manera a nivel internacional, significa que hoy ya no se puede subestimar este delito, no hay margen para actuar con el nivel de profunda arrogancia y poder con el que se manejaron en su momento», concluyó.
Por último, y en consonancia con esta actitud internacional de la más alta jerarquía de la Iglesia Católica, expresó su anhelo de que la voluntad se replique en el país, no sólo en lo que podría ser «una convocatoria a las víctimas y luchadores» sino también en, por ejemplo, «ponerse a disposición para hacer realidad la Ley de Educación Sexual Integral en todas las escuelas del país, públicas, privadas y confesional-católicas».