Entre las medidas que incorporarán las peluquerías porteñas para abrir sus puertas el próximo miércoles por primera vez desde que comenzó la cuarentena por el coronavirus en marzo, se encuentran las mamparas divisorias entre cada dressoire y las alfombras para higienizar el calzado al ingreso del local; además, estará prohibido ofrecer café o revistas a los clientes.
Estas nuevas normas son parte del protocolo que aprobó el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires para el funcionamiento de peluquerías y centros de estética, a los que solo se podrá acceder con turno y nadie podrá permanecer dentro de los locales en espera de ser atendido.
«El protocolo está perfecto, aunque generará un gasto extra que se sentirá sobre todo al principio», dijo a Télam Roberto Iturria, presidente de la Unión de Peinadores Argentina (UPA) y peluquero del barrio porteño de Palermo.
Es que adaptar los locales a los nuevos protocolos requerirá, entre otras cosas, el uso de una serie de elementos descartables: «En el baño hay que poner dispenser de papel, las toallas no van más», comentó el peluquero.
Por otro lado, se recomendó, «en la medida de lo posible», usar mamparas o pantallas para separar a trabajadores de clientes, por lo que debieron instalarse estas divisiones en las cajas de cobro y, también, modificarse los espacios de manicura y pedicura.
En términos más generales, la sugerencia oficial es «llevar al mínimo posible la convivencia simultánea de personas en un mismo espacio físico», por lo que adentro de los locales podrán permanecer solo aquellas personas que están siendo atendidas y, siempre, «disponiendo de un espacio de 15 metros cuadrados para cada cliente-profesional».
En los días previos a la apertura, Iturria recibió varios llamados de clientes habituales que consultaron cómo se atenderá en esta nueva etapa y, aunque tiene expectativas puestas en la reapertura, percibe algo de miedo en las personas.
«Estamos en un momento de muchos contagios diarios, la gente tiene miedo y va a llevar tiempo que tomen confianza en las medidas. De a poco se van a animar», dijo.
En ese sentido, Iturria, que es peluquero hace 42 años, consideró que hubiese sido más oportuno comenzar a trabajar «dos meses atrás», cuando había menos contagios y algunas entidades del sector ya contaban con protocolos que habían enviado a las autoridades porteñas.
Por participar como jurado en varios certámenes internacionales de peluquería, Iturria mantiene contacto con colegas de países que ya transitaron la flexibilización de sus cuarentenas, y, en base a esas conversaciones, estimó que llevará «un mes y medio» alcanzar la cantidad habitual de clientes.
Respecto a esta nueva etapa, Télam también consultó a Walter Rapoport, uno de los fundadores de una cadena de peluquerías que cuenta con 37 salones en todo el país.
«Estamos muy contentos de retomar la actividad en los salones de Buenos Aires. Nuestro equipo tiene muchas ganas de volver a trabajar después de 150 días», manifestó.
Desde la cadena fundada por Rapoport, explicaron a Télam que el protocolo aprobado por las autoridades porteñas fue presentado por los peluqueros «más reconocidos del rubro» al vicejefe de Gobierno Diego Santilli.
Entre otras medidas contempla la «higiene de calzado al ingresar en el salón», para lo cual se recomienda disponer dos alfombras, una que contenga la sustancia desinfectante y otra para el secado de las suelas.
El protocolo también indica que, dentro del salón, los clientes deberán usar barbijo en todo momento, mientras que las peluqueras y peluqueros, además, tendrán que colocarse una máscara facial.
Sobre el tapabocas de los clientes, las autoridades sugirieron el uso de aquellos con «sujeción en las orejas, para mantenerlo en su lugar y que interfiera lo menos posible durante la realización del servicio».
Respecto a la apertura de los salones, Rapoport fue optimista: «En estos meses recibimos palabras de aliento de nuestros clientes mediante las redes sociales, que entendían la necesidad de que los salones reabran, por lo que confiamos en que va a ser un éxito».