Javier Milei, un partidario radical del librecambio, fue el más votado en unas primarias previas a las elecciones generales.
Los altavoces emitían música hard rock mientras diez mil aficionados vitoreaban. Una imagen gigantesca de un león rugiente rodeado de fuego se iluminó en la pantalla. Saltando al escenario, un hombre vestido con una chaqueta de cuero provocó el frenesí de la multitud. “Yo soy el león”, gritó. “Soy el rey en un mundo perdido”. No era un concierto de rock. El orador era Javier Milei, un libertario que aspira a convertirse en el próximo presidente de Argentina, en un reciente mitin de campaña. El 13 de agosto, Milei obtuvo el mayor número de votos en unas primarias “generales”, en las que los argentinos eligieron a los candidatos que competirán en las elecciones presidenciales y parlamentarias previstas para el 22 de octubre. Dado que el voto en las primarias es obligatorio, se considera el mejor indicador de quién podría ganar la presidencia.
Las poco fiables encuestas argentinas habían pronosticado que Juntos por el Cambio, una coalición de centro-derecha, obtendría el mayor número de votos, divididos entre sus principales contendientes. Se trata de Horacio Rodríguez Larreta, alcalde moderado de Buenos Aires, y Patricia Bullrich, ex ministra de Seguridad. Se esperaba que Sergio Massa, el principal candidato del partido peronista en el poder, obtuviera un tercio de los votos, y Milei un quinto. Sin embargo, Milei obtuvo el 30% de los votos, frente al 28% de Bullrich y Larreta juntos. Los peronistas en el poder obtuvieron el 27%. Sorprendentemente, Milei ganó en 16 de las 24 provincias argentinas.
El señor Milei canaliza la frustración de muchos argentinos ante la disfunción económica crónica de su país. La inflación anual es del 116%, superior a la de cualquier otra parte del mundo, salvo Venezuela, Zimbabue y Líbano. Los impuestos aplastantes llevan a muchas empresas a operar fuera de los libros. Los controles de capital hacen casi imposible que los argentinos compren dólares legalmente, la moneda en la que prefieren ahorrar. Esto ha dado lugar a un gigantesco mercado negro de billetes verdes, cuyo precio se utiliza como indicador del estado de la economía. Hoy, un dólar en el mercado negro cuesta alrededor de 600 pesos, el doble que hace un año. Hasta la encuesta, la cotización oficial era la mitad. Al día siguiente, el temor a un aumento de la incertidumbre política llevó al Banco Central a devaluar el peso un 20% y a subir el tipo de interés oficial 21 puntos porcentuales, hasta el 118%. Es probable que la devaluación del peso aumente aún más la inflación en las próximas semanas.
Todo esto ha hecho cada vez más atractivas las propuestas de Milei, quien afirma que, por ser tan radicales, equivalen a un “plan de motosierra”. Milei quiere dolarizar la economía, aunque los detalles de su plan no están claros. Promete recortar drásticamente el gasto, levantar los controles de divisas y precios y “dinamitar” el banco central. Estas políticas parecen haber eclipsado propuestas más controvertidas, como prohibir el aborto, permitir a los argentinos portar armas libremente y legalizar el mercado de órganos humanos.
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