Boca se las ingenió para incomodar a un River sin las ideas claras.
Benedetto festejó de cara a su tribuna con inequívocos ademanes de que tiene «cosas de varones», refundó su idilio con los hinchas xeneizes y fue ovacionado cuando salió sustituido.
Lo que quedó en el minutero fue el mero transcurrir de un River al que Marcelo Gallardo no logró revitalizar pese a haber agotado los cinco cupos de variantes.
Fue, en fin, un clásico reñido y por momentos al filo de lo que permite el reglamento, circunstancias favorecidas por un arbitraje, el de Darío Herrera, irregular por demás: se cometieron 31 infracciones, hubo once tarjetas amarillas y una roja, la de Marcos Rojo.
Orientado por Hugo Ibarra el equipo de la Ribera acumula siete fechas sin perder y alcanzó a Huracán en el tercer escalón, a un punto de Gimnasia (que cayó por 2-0 frente a Newell`s en Rosario) y a dos del líder Atlético Tucumán, que el sábado había empatado 1-1 con San Lorenzo en el Nuevo Gasómetro.