Científicos del Instituto Leloir y Conicet avanzan en la adaptación y validación de un biosensor que permite detectar la presencia de contaminantes en el agua que consumen los habitantes de la Cuenca Matanza-Riachuelo.
«Lo que hace el biosensor es detectar la presencia del contaminante por la producción de una molécula de una sustancia fluorescente; esa sustancia se ‘sintetiza’ si el contaminante está presente y se ‘enciende’ una luz verde», describió a TélamDaiana Capdevila, líder del proyecto y jefa del Laboratorio Fisicoquímica de Enfermedades Infecciosas en la Fundación Instituto Leloir (FIL).
Es uno de los 147 proyectos seleccionados para financiar en la convocatoria «Ciencia y Tecnología contra el Hambre», del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación, en el marco del Plan Nacional de Argentina contra el Hambre. El proyecto es desarrollado por el equipo de Capdevila, ganadora delPremio Nacional L’Oréal-Unesco «Por las Mujeres en la Ciencia» 2020 en la categoría Beca por este biosensor,en cooperación con la Autoridad de la Cuenca Matanza Riachuelo (Acumar).
«Estamos poniendo el foco en la Cuenca Matanza Riachuelo por la posibilidad de contar con información que es útil para la validación y para pensar su uso concreto. Al ser Acumar una institución que no sólo se encarga del monitoreo constante sino que se propone garantizar el derecho al acceso al agua potable, trabaja con todos los sectores sociales; entonces la idea es hacer lo más abierto posible el uso del sensor y validarlo para distintos actores», describió Capdevila.
Por sólo un dólar, y en media hora, el biosensor de Capdevila es capaz de detectar 15 contaminantes en agua, incluyendo metales como cobre, plomo, zinc y cadmio; varios tipos de antibióticos; y hasta elementos presentes en maquillaje.