La Unidad para la Búsqueda de Personas Desaparecidas trabaja sobre 200 bolsas y contenedores con restos rescatadas en el cementerio de La Dorada, un municipio colombiano a orillas del río Magdalena, 200 kilómetros al noroeste de Bogotá. Las abren, extienden los cadáveres, buscan detalles, orificios, huellas de violencia, cotejan datos y toman muestras de pobladores.
Solo en uno de los puntos de este cementerio, la Unidad para la Búsqueda de Personas Desaparecidas (UBPD), que adelanta el trabajo de identificación, tiene información de al menos 180 cadáveres sin nombre, de los cuales 172 habrían muerto de forma violenta. Pero es solo un rincón de la búsqueda: de acuerdo con su diagnóstico, hay otros 48 puntos de interés en el camposanto.
Hubo entre 80.000 y 100.000 desaparecidos, aunque el Instituto de Medicina Legal estima que todavía hay 200.000 cuerpos sin identificar. Son víctimas de la guerrilla, de los paramilitares, de las Fuerzas Armadas; e incluso excombatientes de algunos de esos grupos ilegales que fueron sepultados sin nombre. “La gran deuda es determinar quiénes son los desaparecidos en Colombia”, ha dicho Luz Marina Monzón, directora de la UBPD, sobre este que es considerado el mayor reto que tiene Colombia en el largo plazo.