Le falta rigurosidad científica, pero si las recorridas “cara a cara” las hubiese hecho antes de las PASO, Alberto Fernández hubiese sabido que la elección estaba perdida más allá de los números de las encuestas que recibía. Lo entiende ahora cuando escucha los reclamos de los ciudadanos de la provincia de Buenos Aires a los que el Estado no alcanzó.
Con estas giras, el Presidente logra alejarse de las internas de su partido, entender por qué los votantes no lo acompañaron y sentirse fortalecido. Piensa en el día después del 14 de noviembre, cuando le toque gobernar con un Frente de Todos que puede volver a entrar en crisis con una nueva derrota.
Reclamos por pensiones que no salen, ayuda económica después de tanta cuarentena y serios problemas con la inseguridad son las principales quejas que le transmiten. Se trata de ciudadanos que se sorprenden con la llegada de Alberto Fernández a una reunión vecinal. Pide que no se anuncie su visita para generar una charla espontánea. El equipo de Presidencia que está detrás del armado de estos encuentros también prefiere que no estén los intendentes porque con su presencia la conversación gira alrededor de demandas locales.
En siete días, Fernández hizo siete “cara a cara” en Pilar, Ituzaingó, Avellaneda, Lanús, Merlo, Ensenada y Luján. Se suma un encuentro con trabajadores de Aerolíneas Argentinas en el Aeroparque Metropolitano Jorge Newbery. Esta reunión no fue casual, todos los dirigentes del oficialismo tienen planillas Excel que muestra en qué zonas del territorio bonaerense perdieron votos y estos empleados en Capital Federal cruzan desde estos lugares.
El Mandatario anota en un cuaderno nombre, lugar y reclamo. Ya no da su celular como hizo hasta ahora ante cualquier ciudadano que le planteaba una queja. Fernández entendió que los reclamos deben ser canalizados por vías institucionales. Su círculo íntimo anota los celulares y entran en contacto una vez finalizada la reunión.
Fernández es el único funcionario que interactúa con los vecinos. En las primeras reuniones, que pueden durar hasta dos horas, Fernández respondía como si estuviera arriba de un escenario. Daba cifras y enumeraba planes de lo hecho hasta ahora. En los últimos encuentros entendió que todo eso no sirve si a la gente no le llegó y comenzó a reconocer los problemas de gestión. No oculta mostrarse molesto cuando hablan de inseguridad y ya no justifica los movimientos de un Sergio Berni que más allá de su rol mediático logró pocos resultados en el Conurbano.
Fernández les dice a los vecinos que estos encuentros van más allá de la elección general del 14 de noviembre. Asegura que en diciembre de 2023 podrán volver a verse la cara porque las medidas que está tomando y tomará después de estas charlas también son algo más que anuncios electoralistas. “Pueden decir que es porque estamos en campaña pero la suba del salario mínimo, aumento de las prestaciones por desempleo, el plan Mi Pieza, el aumento del piso del impuesto a las ganancias, la eliminación de retenciones a la exportación de servicios, el Previaje PAMI, la extensión del Repro, el blanqueo de empleo doméstico y la jubilación anticipada son medidas que lo ayudarán a gobernar al Presidente más allá de que el resultado electoral no sea bueno y en noviembre tengamos una nueva crisis interna”, dicen en su entorno más íntimo.