Las estadísticas oficiales agregaron otro dato crudo que se vincula con la trepada inflacionaria: las canastas que trazan la línea de pobreza e indigencia suman un aumento interanual por encima del índice general de precios, entre el 113 y el 121 por ciento. Casi a la misma hora en que era difundido ese informe del INDEC, Cristina Fernández de Kirchner describía de manera dramática el contexto económico, social y político del país. Se refería al malestar colectivo -expresión de la “insatisfacción democrática”- pero lo hacía como si estuviera parada fuera de responsabilidades pasadas y actuales. Fue el marco elegido para reiterar que no será candidata y delimitar al mismo tiempo el juego del oficialismo.
CFK pintó un contexto en el que su decisión de no ser candidata resultaría la llave para desarmar una operación más amplia en contra del Frente de Todos. Utilizó otra vez el término “proscripción” y lo hizo extensivo al peronismo, apoyada en la misma construcción del enemigo (oposición, jueces y medios) que arrastra desde sus años como presidente. Fue una pieza estudiada, que terminó de eclipsar el encuentro burocrático del congreso del PJ.
Se verá ahora si reperfila el acto programado para el 25 de mayo. Pero, por lo pronto, quedó expuesto el gesto de poder interno y un modo de condicionar el juego: junto a la ajenidad frente a la gestión, ofensiva sobre la Justicia y descalificación de los acuerdos con el FMI, hoy centro de la expectativa económica del propio gobierno. Poco margen para rearmar una imagen similar a la del éxito en la elección 2019.