El Papa Francisco le concedió menos de 30 minutos de audiencia en privado a Alberto Fernández, durante un encuentro que tuvo lugar en el estudio del Aula Pablo VI, y que distó en longitud con aquella cita de tres cuartos de hora que el obispo de Roma le concedió el 31 de enero del año pasado, cuando el jefe de Estado argentino también recaló en la Ciudad Eterna. No obstante, la delegación argentina mostró optimismo, y el presidente lo calificó como «muy grato».
Fernández llegó escoltado por un séquito de la policía italiana y pasó por Vía della Conciliazione hacia la Plaza de San Pedro a las 9.52 de la mañana romana. Tras pasar por el patio de San Dámaso y las fotos protocolares en la Sala del Tronetto el Palacio Apostólico, ambos jefes de Estado quedaron finalmente a solas a las 9.55, y terminaron la conversación a las 10.20, según reveló a este diario una fuente vaticana.
La duración del encuentro generó controversia. Oficialmente, el equipo de comunicación del Presidente indicó que «entró de 9.45 a 10.35». Aunque no abundaron en detalles, calificaron como «excelentes» ambos encuentros, y pidieron «no quedarse en la chiquita» del lapso compartido entre ambos.
De vuelta a su hotel, y antes de verse con el presidente de Italia, Sergio Mattarella, Fernández calificó la cita como «un muy lindo y grato encuentro», en el que hablaron «de todo», entre ello, de «los problemas del mundo y de la Argentina».
Alberto dijo que Francisco mostró «gran predisposición para ayudarnos» antes de hablar «de cosas nuestras». Le hizo un repaso de las negociaciones, a lo que el Papa respondió, según las palabras que se oyeron en un video liberado por el Vaticano: «Tiene mucho trabajo y muchas cosas».
Fernández estuvo acompañado por la primera dama, Fabiola Yáñez; el canciller Felipe Solá; el secretario de Culto, Guillermo Oliveri; el ministro de Economía, Martín Guzmán; el secretario general de Presidencia, Julio Vitobello, y el vocero presidencial, Juan Pablo Biondi.
La delegación argentina regaló al Papa hostias de la cocina de jóvenes recuperados de las adicciones de los Hogares de Cristo; una medalla conmemorativo del aniversario de la Guerra de Malvinas, una estola de la basílica de San José de Flores, y estatuilla de San José, réplica de la que está en la basílica. También, la comitiva dejó una versión de la Divina Comedia, de Dante Alighieri, y un libro biográfico del tanguero Enrique Santos Discépolo.
El obsequio del Papa fue un mosaico del hombre y la mujer «que responde a la invitación del Señor en el Génesis», «cultivando y cuidando la tierra». La escritura junto al mosaico dice: «Que el fruto de la tierra y la obra del hombre se conviertan para nosotros en alimento de vida eterna».