El primer ministro británico, Boris Johnson, se pronunció hoy en contra de un un nuevo referéndum de independencia en Escocia durante una visita a ese territorio, donde crece el descontento tras el Brexit y la gestión de la pandemia de coronavirus.
Equipado con bata, guantes y tapabocas, Johnson visitó un laboratorio de pruebas de Covid-19 en el hospital universitario Queen Elizabeth de Glasgow y a los militares que están construyendo un centro de vacunación en la vecina Castlemilk.
«No le veo el interés a perdernos en una disputa constitucional sin sentido cuando, después de todo, tuvimos un referéndum no hace mucho. Lo que este país quiere es que luchemos juntos contra esta pandemia», subrayó.
Escocia tiene previstas elecciones locales dentro de tres meses y los independentistas, en el poder en el Gobierno autónomo, parten como grandes favoritos.
Los sondeos muestran que los escoceses prefieren mayoritariamente la gestión de la crisis sanitaria hecha por su primera ministra, la independentista Nicola Sturgeon, citó la agencia de noticias AFP.
Líder del Partido Nacionalista Escocés (SNP), Sturgeon está en fuerte conflicto con Johnson por el controvertido tema del plebiscito que Escocia ya celebró en 2014, en el que se impuso por 55% la permanencia en el Reino Unido.
El principal argumento contra la independencia fue el riesgo de quedar fuera de la Unión Europea pero, paradójicamente, dos años después el referéndum sobre el Brexit, al que los escoceses se opusieron de forma contundente, provocó su salida del bloque por pertenecer al Reino Unido.
Veinte encuestas consecutivas revelaron un apoyo mayoritario a la independencia de Escocia y el SNP ha publicado una «hoja de ruta hacia un referéndum» que, aunque aseguraron que será legal, recuerda preocupantemente al desafío independentista catalán de 2017.
En un país confinado por tercera vez por el coronavirus, solo los «viajes esenciales» están autorizados y Sturgeon utilizó este argumento para intentar impedir el desplazamiento de Johnson.
Antes de emprender viaje, Johnson había alabado los «grandes beneficios de la cooperación» en el Reino Unido desde el comienzo de la pandemia.
Pero los gobiernos descentralizados de Escocia, Gales e Irlanda del Norte son responsables de las políticas sanitarias y cada uno decidió sus propias medidas, muchas veces enfrentándose con Londres, que establece las normas para Inglaterra.
La visita de Johnson coincidió con el anuncio de la fabricación a gran escala en Escocia de una vacuna de la empresa biotecnológica franco-austriaca Valneva que espera una próxima aprobación.
El Gobierno británico ya reservó 60 millones de dosis de esta vacuna, que de ser autorizada deberían estar disponibles a finales de año.