Una tiktoker del conurbano llevó a un centro de reciclaje latas de bebidas que fue acumulando en su casa y logró obtener una recompensa económica
Una joven creadora de contenido sorprendió a miles de usuarios en TikTok al compartir los resultados de un inusual experimento de reciclaje: dedicó un año a recolectar latas de aluminio y reveló cuánto dinero obtuvo al venderlas. Su video rápidamente acumuló miles de visualizaciones.
“¿Cuánto dinero pensás que se puede hacer durante un año juntando aluminio?”, preguntó Aylén al inicio de su grabación, generando intriga entre los espectadores.
El desenlace tuvo lugar en San Martín, en el conurbano bonaerense, donde la joven llevó su acumulación de latas a un centro de reciclaje. En el establecimiento, le informaron que el precio del aluminio era de 850 pesos por kilo. Tras pesar las bolsas de consorcio que contenían su trabajo de 12 meses, el resultado fue poco más de 10 kilos, equivalentes a 9.200 pesos.
No obstante, se mostró decepcionada por el monto: “Un año juntando latas para esto, y bueno…”, comentó mientras enfocaba los billetes.
En su video, Aylén explicó que su iniciativa no fue parte de una rutina diaria ni de una estrategia planificada: “Empecé a juntar las latas porque pintó. No es algo que hago todos los días, solo cuando encuentro en lugares y tengo alguna bolsita o algo para llevarlas”.
El experimento dejó al descubierto la dificultad de generar ingresos significativos a través de la recolección de materiales reciclables, incluso en un período prolongado. Sin embargo, su publicación generó reacciones mixtas: mientras algunos usuarios celebraron su compromiso con el medio ambiente, otros cuestionaron si el esfuerzo valía la recompensa económica.
Hay que destacar que el reciclaje de aluminio ahorra hasta 95% de la energía necesaria para producir aluminio primario, además de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y la explotación de recursos naturales.
Formas de reciclaje en el mundo
Los incentivos económicos por reciclar pueden ser una buena opción para el cuidado del medioambiente. Por ejemplo, Alemania tiene máquinas en los supermercados que pagan por el reciclaje de botellas de plástico.
Aunque hay casos en el mundo que tomaron un camino distinto para incentivar a los ciudadanos. Por ejemplo, en Corea del Sur, el reciclaje de residuos de alimentos alcanzó cifras impresionantes, llegando a reciclar el 97,5% de sus desechos orgánicos.
Esto se logró gracias a que en 1995 se introdujo un sistema que obligaba a pagar por el volumen total de residuos generados, aunque en ese momento no se diferenciaban los residuos alimentarios del resto de la basura. Diez años después, en 2005, se prohibió la disposición de restos de comida en vertederos, marcando un punto de inflexión en la gestión de residuos orgánicos. Esta regulación impulsó la separación de los residuos de alimentos y fomentó el desarrollo de infraestructuras y tecnologías específicas para su reciclaje.
En 2013, se implementó el actual sistema de Pago por Peso de Residuos de Comida (“Weight Based Food Waste Fee” o Wbfwf, por sus siglas en inglés). Este sistema se basa en la premisa de que cada ciudadano debe pagar según la cantidad de residuos de alimentos que genera, lo que incentiva a minimizar el desperdicio y mejorar el reciclaje.
En Taiwán, a partir de 1996, la Agencia de Protección Ambiental (EPA) obligó a los negocios a pagar una tasa de reciclaje por sus desechos, que luego se invertiría en programas de reciclado. También se instalaron plantas incineradoras de última tecnología, que prácticamente no emiten contaminantes y reducen al mínimo el volumen de residuos destinados a rellenos sanitarios. Además, estas plantas generan energía y producen ladrillos y pavimento a partir de las cenizas.
En cuanto a los hogares, Taiwán implementó un sistema de “pay as you throw” (PAYT) o “pagá lo que tirás”, que cobra a cada usuario una tasa de aproximadamente $0,36 dólares taiwaneses por litro de residuos no reciclables.