Diversos estudios demostraron que tener obesidad, esto es un índice de masa corporal igual o superior a 30, constituye un factor de riesgo para desarrollar formas graves de infección frente al coronavirus, incluso morir, en tanto que una reciente investigación arrojó que 6 de cada 10 personas obesas solo consideran que tienen sobrepeso.
«La obesidad es un factor de riesgo de mortalidad en pacientes con Covid-19, no solo cuando se analiza la variable en conjunto con otras que suelen asociarse a la mortalidad como la hipertensión o la diabetes, sino también cuando se analiza en forma desagregada, es decir, sola», indicó hoy a Télam la infectóloga Leda Guzzi.
Guzzi, integrante de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI), sostuvo que «los pacientes obesos tienen una serie de problemas que afectan a su salud; en primer lugar hay que reconocer que se trata de una enfermedad inflamatoria crónica que afecta en forma directa la inmunidad celular tanto innata como adaptativa».
«No sólo hay alteraciones en la células ‘natural killers’, que son los macrófagos y los neutrólifos, sino también en la capacidad de respuesta de los linfocitos y en la capacidad de generación de anticuerpos; esto lleva, por ejemplo, a que la eficacia de las vacunas en las poblaciones obesas suele ser inferior que en la población en general».
La infectóloga agregó que «sabemos también que las personas obesas tienen una alteración de la capacidad de respuesta citotóxica, que es también parte de la respuesta inmunológica y tiene un rol muy importante en control de las infecciones virales».
«Una de las condiciones fisiopatológicas que asocian este incremento en la severidad y en la mortalidad de las personas obesas frente a la Covid-19 es que tendrían una mayor densidad de receptores ACE2, que son los que permiten el ingreso del Sars-COV-2 a las células, en el tejido adiposo», detalló.
Según datos actuales del Ministerio de Salud, en Argentina la obesidad constituye la quinta co-morbilidad (7%) de las personas fallecidas, detrás de hipertensión (29%), diabetes (15%), y enfermedades neurólogicas previas e insuficiencia cardíaca (ambas el 9%); no obstante, el 34,47% de los pacientes con coroanavirus presentaron uno o más factores de riesgo.
Guzzi recordó que un análisis de datos publicado en la Revista Argentina de Salud Pública que estudiaba los primeros 160.000 casos, arrojó que entre los mayores de 60 años el principal factor de riesgo asociado a la mortalidad es la hipertensión. Sin embargo, en los menores de 60 el principal factor de riesgo fue la diabetes pero seguido muy cerca de la obesidad.
El índice de masa corporal (IMC) es el peso en kilogramos dividido por el cuadrado de la altura en metros (kg/m2) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) define el sobrepeso como un IMC igual o superior a 25, y la obesidad como un IMC igual o superior a 30.
Recientemente, el estudio ACTION IO, una investigación que relevó más de 14.500 personas con obesidad de 11 países presentado en el Congreso Europeo y Mundial sobre Obesidad (ECO-ICO), reportó que seis de cada diez personas que tienen obesidad grado 1 (IMC entre 30 y 34,9 kg/m2) sólo consideraron que tenían sobrepeso.
Lo mismo pensaba el 31% de quienes tenían obesidad grado 2 (IMC entre 35 y 39,9 kg/m2) y 1 de cada 4 (25%) de los que presentaban grado 3 (IMC de más de 40 kg/m2).
«Este error de percepción podría desalentar a que una persona con obesidad busque el apoyo que necesita para perder peso efectivamente o para tratar complicaciones ligadas a la enfermedad», sostuvo Susana Gutt, médica especialista en Nutrición y miembro titular de la Sociedad Argentina de Nutrición.
Juliana Mociulsky, médica endocrinóloga y jefa de la sección Nutrición del Instituto Cardiovascular de Buenos Aires (ICBA) recordó al respecto que «el índice de obesidad se triplicó desde 1975 a nivel mundial».
Mociulsky señaló que «la reciente pandemia de Covid-19 nos mostró lo importante que es que entendamos a la obesidad como una enfermedad en toda la extensión de la palabra. Estos hallazgos destacan que sigue siendo subestimada con interpretaciones erróneas profundamente instaladas en la sociedad y en la comunidad médica».
«Ante el mayor impacto de la obesidad, y dado que la enfermedad es más difícil de tratar si comienza a edad temprana, tenemos que promover que los profesionales de la salud intervengan antes con tratamientos a la medida de las necesidades y conductas de cada paciente para lograr mejores resultados en personas que viven con obesidad», agregó Mociulsky.
Desde el comienzo de la pandemia, numerosos artículos científicos abordaron el impacto de la obesidad en pacientes con Covid-19. El más reciente, que se publicó ayer en la revista Jama Internal Medicine, señaló que «las personas con obesidad mórbida (IMC superior a 40) representaron un 41% de los pacientes que fueron intubados o que fallecieron».
El 26 de agosto, una revisión sistemática en la que se aplican técnicas estadísticas de resultados de diferentes estudios que fue publicada en la revista Obesity Reviews sobre la base de casi 400.000 pacientes, mostró que las personas con obesidad que contrajeron el Sars-CoV-2 tenían un 113% más de probabilidades de ser hospitalizados, 74% más de probabilidades de ser ingresadas en cuidados intensivos y 48% más de probabilidades de morir.
«Esto no quiere decir que todas las personas con obesidad tengan mala evolución si se infectan con coronavirus; en efecto todavía hay muchísimos estudios pendientes sobre factores genéticos, hormonales, ambientales y de la propia virulencia del virus que también inciden en la evolución de la enfermedad», concluyó Guzzi.