Mauricio Macri este fin de semana logró sorprender a la gran mayoría de los argentinos cuando el domingo a la mañana posteó un video en sus redes sociales para anunciar que no competirá por otra candidatura presidencial. Había fundado un partido, había llegado a presidente y ahora demuestra que también puede resignar un espacio y una oportunidad de poder.
Macri terminó de definir su estrategia el viernes a las diez de la mañana. Ese día se reunió con Horacio Rodríguez Larreta para pactar las condiciones de su determinación. Ni los dirigentes del PRO ni el periodismo habían podido averiguar donde era la cita.
Como en “La carta robada”, el excepcional cuento de Edgar Allan Poe en el que la carta escondida está a la vista de todos, dentro de un tarjetero, Macri eligió el lugar más obvio para el encuentro. Lo recibió en una mesa del Tenis Club Argentino, donde practica deportes y pasa buena parte de sus horas cuando está en la Argentina. Allí mantiene sus reuniones políticas y sus almuerzos familiares. Nadie creyó que elegiría ese lugar, justamente, para la reunión clave con Rodríguez Larreta.
La charla duró una hora. Ni un minuto más. Un encuentro breve para la magnitud de lo mucho que estaba en juego. Pero, evidentemente, los dos se habían comunicado antes a través de las múltiples vías que ofrece hoy la tecnología y solo tenían que chequear personalmente las premisas de un acuerdo básico que pasó ahora a la etapa de los detalles secundarios. Detalles importantes que, indudablemente, todavía están en condiciones de hacer naufragar la interna de Juntos por el Cambio y poner en riesgo sus chances reales de volver a gobernar la Argentina.
— El primer punto es el gobierno de la Ciudad. Macri pretende que el PRO vaya con un solo candidato (su preferido es su primo Jorge), y que se haga todo lo posible por derrotar a Martín Lousteau, el candidato a jefe de gobierno de la UCR. Rodríguez Larreta otorga esa garantía, pero se reserva la posibilidad de ir con un candidato propio (Fernán Quirós o Soledad Acuña). El detalle a resolver es si Lousteau podrá ir también con la boleta presidencial de Rodríguez Larreta además de la boleta radical. Si esa promesa no se cumple, puede tambalear la coalición de gobierno en la Ciudad.
— El otro distrito desequilibrante es la provincia de Buenos Aires, donde Juntos por el Cambio apuesta a recuperar la Gobernación. Hoy solo una gestión personal de Macri podría evitar que el PRO vaya con dos listas a gobernador. Rodríguez Larreta postula a Diego Santilli y Patricia Bullrich tiene tres candidatos (Néstor Grindetti, Joaquín De la Torre y Javier Iguacel). Pero además está María Eugenia Vidal, que impulsa a Cristián Ritondo. Una buena elección de Javier Milei podría ayudar a que Cambiemos sea derrotado en el distrito bonaerense y también pierda la Gobernación.
— Logrados los acuerdos en Córdoba, Mendoza y Tucumán, Juntos por el Cambio debe definir cómo competirá en Santa Fe, la otra provincia grande. Carolina Losada encabeza las encuestas para ganar la Gobernación, pero si la senadora fuera candidata a vicepresidente en algunas de las fórmulas presidenciales (tiene ofertas de Rodríguez Larreta y de Bullrich), quien la sigue en los sondeos es el radical Maximiliano Pullaro. Allí también todo dependerá de la capacidad de negociación del PRO y de los radicales.
Al bajarse de la competencia presidencial, Macri se reserva para sí el rol de árbitro de la interna en los distritos más complejos. Las próximas semanas dejarán en evidencia si el ex presidente puede hacer valer su ascendencia para ordenar las candidaturas en la Ciudad y en la Provincia. El problema es que, para poder mediar, Macri debe pasar a una posición neutral y salir del lugar donde está en la actualidad: apoyando con sus dirigentes (Federico Pinedo, Néstor Grindetti, Hernán Lombardi) a Patricia Bullrich e intentando desgastar a Rodríguez Larreta promoviendo incluso la maniobra de la candidatura presidencial de Vidal.
Fuente: Infobae