Se trata de Oscar Alberto Franco, un cardiólogo de la clínica Ipensa de La Plata, quien la semana pasada fue convocado a declarar a la Fiscalía General de San Isidro y fue uno de los últimos de la tanda de 13 testimoniales que tomaron los fiscales de la causa Cosme Iribarren, Patricio Ferrari y Laura Capra.
En su declaración, Franco explicó que, a fines de septiembre del año pasado, Maradona se hizo un “chequeo general” en Ipensa, y que Luque lo contactó para que le haga una “evaluación cardiológica” previa a una endoscopía y que, en el marco de esos estudios, se le hizo al exfutbolista una “ecografía abdominal, un ecocardiograma, un doppler carotideo y un ecocardiograma”.
A preguntas del abogado de Luque sobre lo que arrojaron esos estudios y en una respuesta que favoreció a la defensa del neurocirujano, Franco contestó: “Se trataba de un paciente hipertenso, pero en ese momento no encontramos ninguna causa o de insuficiencia cardíaca o de alguna patología en concreto”.
Aunque luego agregó: “Fue un estudio dentro de los parámetros más o menos normales salvo por un hallazgo relacionado a una ecografía abdominal previamente realizada, la cual arrojó que tenía la cavidad derecha un poco fuera de lo normal, pero no era algo que llame la atención”.
Pero cuando la fiscalía le preguntó si él había sugerido algún otro estudio, Franco recordó: “Le respondí que debía realizarse además de los estudios que efectivamente le hicimos, una evaluación con un estudio de spect o cámara gamma, lo cual no se hizo por decisión del Dr. Luque, como médico responsable del paciente”.
Cuando los fiscales le preguntaron si ese estudio hubiera podido funcionar a modo de prevención de algún problema respecto de Maradona, el médico contestó: “Sí, hubiera funcionado a modo de prevención, como también resulta útil a modo de detección de alguna patología coronaria que puede estar oculta y el estudio lo pone a la luz”.