El conflicto por el traspaso del subsidio de 32 líneas de colectivos de la órbita del gobierno nacional a la ciudad de Buenos Aires reflotó la tensión en la relación entre la gestión que conduce Alberto Fernández y la que lidera Horacio Rodríguez Larreta. Porque el vínculo mano a mano, personal, no existe.
Así lo definió un funcionario de confianza del Jefe de Gobierno porteño. “El vínculo no es ni bueno, ni malo. No hay ningún tipo de diálogo”, aseguró. Muy atrás en el tiempo quedó la expresión “mi amigo Horacio” que pronunció el Presidente en medio de la pandemia, cuando el impacto del COVID-19 obligó a los dirigentes políticos a alinear voluntades.
De fondo, más allá de los millones de pesos en juego por la discusión de los subsidios, aparecen las elecciones presidenciales 2023. Lo esperable en un sistema político que casi vive en una elección permanente. Rosca, marketing, construcción de popularidad, negociaciones, acuerdos, rupturas, presiones, campañas y elecciones. Un circuito sin final.
En el gobierno porteño creen que el debate por los subsidios de los colectivos, que implican el recorte de 14.600 millones de pesos, tiene un objetivo concreto: desgastar la imagen de Rodríguez Larreta, condicionarlo, volverlo antifederal frente al reclamo de los gobernadores de toda la Argentina y encerrarlo en un núcleo porteño que le acote la carrera presidencial.
“Ven que Horacio les puede ganar y lo quieren bajar”, reflexionó un funcionario del gobierno porteño que tiene contacto frecuente con el jefe de Gobierno. En la ciudad de Buenos Aires ya están viviendo la elección del 2023 detrás de la gestión. No solo en el armado político y territorial de Rodríguez Larreta, que ya está marcha, sino en los movimientos del gobierno nacional que están entrelazados con la ciudad.
No solo creen que la discusión por los subsidios de colectivos es parte de una escalada contra la figura del alcalde porteño, sino que asumen que recibirán dardos con más frecuencia. Están convencidos de que el camino hacia la elección ya empezó y que el objetivo del oficialismo es limar al candidato que, al día de hoy, está más instalado como posible presidenciable.
En la Casa Rosada acotan las interpretaciones a un ajuste de subsidios que era necesario realizar, debido a la cantidad de fondos que el Estado debe seguir invirtiendo para sostener más de la mitad del mantenimiento de las 32 líneas de colectivos que están en discusión. Equiparar las cuentas con el resto del país y que el porcentaje que ponga Nación disminuya.
Los pocos puentes de contacto que hay entre CABA y la Casa Rosada son a través del Ministerio del Interior. Rodríguez Larreta tiene un diálogo respetuoso y de cierta confianza con Eduardo “Wado” De Pedro, con quién lleva varias reuniones discutiendo el porcentaje de coparticipación que la Nación le quito a la Ciudad y que terminó con unreclamo en la Corte Suprema de Justicia.
En el gobierno porteño sostienen que el único puente que hoy tienen con la Casa Rosada es el ministro del Interior, Eduardo «Wado» de Pedro
En Uspallata, donde está instalado el gobierno porteño, aseguran que De Pedro es un canal de comunicación confiable, pese a las diferencias ideológicas que existen. “‘Wado’ es el único razonable y que tiene palabra. Alberto dice que va a hacer A y termina haciendo Z. Nunca vimos algo así”, indicaron desde las oficinas porteñas, lanzando un duro mensaje contra el jefe de Estado.
En un segundo escalón hay otro puente de contacto. De un lado está el jefe de Gabinete porteño, Felipe Miguel. Del otro, Marcos Schiavi, uno de los funcionarios mas importantes del Ministerio del Interior. Un hombre de confianza de De Pedro, que tiene la orden de mantener un vínculo aceitado con la Ciudad, sin tensar la cuerda al límite y entorpecer las negociaciones.