El gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, y el ex gobernador de Salta Juan Manuel Urtubey son parte de la fracción más chica del peronismo que se quedó afuera del Frente de Todos. Fue por decisión propia. Ninguno de los dos quiso subirse a un tren conducido por Cristina Kirchner, aunque en el 2019 la candidatura de Alberto Fernández fuera un anzuelo tentador.
Schiaretti se refugió en su provincia donde tiene un importante acompañamiento de la sociedad y mantiene, sin demasiadas fisuras, al peronismo cordobés, un esquema provincial al que le inyectaron poder y volumen junto al ex mandatario fallecido José Manuel de la Sota.
Urtubey puso todo su esfuerzo en la última elección para armar Alternativa Federal junto a Sergio Massa, Miguel Pichetto, el mandatario cordobés y cerca de diez gobernadores. El proyecto fracasó y el salteño terminó aceptando ser el candidato a vicepresidente de Roberto Lavagna, asumiendo que competir con esa dupla implicaba una derrota segura.
En ese camino de negociaciones rechazó ser el candidato a vicepresidente de Mauricio Macri, cargo que le ofreció el ex ministro del Interior, Rogelio Frigerio, y que desechó en más de una oportunidad. El lugar fue ocupado por Pichetto, que hoy es una de las figuras peronistas destacadas que tiene Juntos por el Cambio.
En mayo de este año la política argentina ya empezó a moverse en clave electoral y tanto Schiaretti como Urtubey están dispuestos a tejer un entramado peronista que pueda servir de sostén a un nuevo proyecto político. Quieren ser actores importantes en las próximas elecciones.
“Schiaretti va a jugar a nivel nacional. Después verá hasta dónde le da. Pero tiene tomada la decisión de jugar”, aseguró a Infobae un estrecho colaborador del Gobernador. Un dirigente político de trato frecuente con él aportó una definición en la misma línea: “Lo veo convencido de jugar una presidencial. Cuando lo escuchas hablar, habla de los lineamientos de una nueva Argentina”.
En su entorno acallan los rumores sobre supuestos problemas de salud y aseguran que, a sus 72 años, esta vez está decidido a jugar. A diferencia de otras oportunidades, en el 2023 no podrá competir por la gobernación en Córdoba y quiere poner su énfasis político en una jugada nacional.
Destacan que en el pasado, cuando De la Sota decidió proyectar su candidatura presidencial, el acuerdo con él era que el ex gobernador compitiera a nivel nacional y el “Gringo”, como se lo conoce, en la provincia. Uno de los dos tenían que cuidar el territorio que, en definitiva, es la base de poder del peronismo cordobés.