La capital del Reino Unido vivirá el sábado 6 de mayo un hecho histórico. La corona de Isabel II, monarca con más de 70 años en el trono, finalmente llegará a posarse sobre su primogénito.
A las 10 de la mañana hora de Londres Carlos III, el nuevo rey, partirá desde el Palacio de Buckingham acompañado de un discreto cortejo real. Su mujer, quien ostentara el título de Reina Camilla, no de reina consorte, pedido especial de su madre; los príncipes de Gales, William y Kate, y sus hijos, y Harry, duque de Sussex sin Meghan Markle, ausente con aviso. El resto de los Windsor aguardarán su llegada en la Abadía de Westminster, donde será la ceremonia de coronación.
Alegría, nostalgia, sentimientos encontrados por la memoria de Diana “la princesa del pueblo” son notorios en las calles de la ciudad a orillas del Támesis.
Aunque todo indica que será un día de gloria para el padre de William y Harry, se pronostica lluvia durante toda la jornada. No menos desapercibido pasa el recuerdo de lady Diana Spencer. Ojos brillosos, silencio y algo de recelo, manifiesta una gran parte de los ingleses quienes mantienen viva la imagen y la popularidad de la que fuera la mujer más fotografiada del mundo, y madre de los hijos del nuevo rey.
Carlos III será coronado en una ceremonia que por primera vez incluirá la participación activa de otras religiones además de la Iglesia de Inglaterra.
Líderes budistas, hindúes, judíos, musulmanes y sijs participarán en varios aspectos de la coronación. La ceremonia también incluirá obispos mujeres por primera vez, así como himnos y oraciones cantadas en galés, gaélico escocés y gaélico irlandés, así como en inglés.
En la parte más sagrada del servicio, el arzobispo de Canterbury ungirá al rey con aceite, consagrándolo y apartándolo de sus súbditos.
Una pantalla cubrirá a Charles en este momento, y la unción no será visible en la televisión ni para la mayoría de las personas en la abadía, a excepción de algunos miembros importantes del clero.
A esto le seguirá la presentación de los ajuares de coronación, objetos sagrados como el orbe y el cetro que simbolizan el poder y las responsabilidades del monarca.
Paso seguido, los miembros de la Cámara de los Lores de las tradiciones hindú, judía, musulmana y sikh le obsequiarán al rey objetos sin un simbolismo cristiano explícito. Luego, el nuevo rey será coronado y el estribillo “God Save the King” resonará en la Abadía.
El clima de Londres
“Dios salve al rey” se lee en tiendas y restaurantes. Tazas de té, platos de porcelana, escudos bordados, libros con imágenes de Carlos y Camila en sus portadas. Banderas, muñecos y todo tipo de souvenirs abarrotan las vidrieras desde Oxford Street hasta las murallas de palacio. El valor va desde las 20 libras esterlinas (U$$ 25 dólares aproximadamente) hasta prendas y camperas tipo Barbour, como las que lleva su majestad, que se consiguen a precios desorbitantes.
El reino de Gran Bretaña comienza una nueva era y Carlos III ya realizó cambios radicales desde el deceso de Isabel de Windsor. En su entorno hablan de “un hombre sencillo, con convicciones muy marcadas. Liderando una lucha por preservar el medio ambiente, intentando reducir gastos y una monarquía menos ostentosa, según el propio rey”.