“Vemos cómo hay esa degradación permanente de la autoridad… No estamos hablando solamente de la autoridad policial. Las únicas dos personas que siempre va a encontrar va a ser el policía y el médico de guardia y nos olvidamos de la construcción de la autoridad familiar, autoridad escolar, autoridad jurídica. Fíjese lo que ha pasado ante ayer, dos asesinatos que no tienen explicación, los autores deberían estar encarcelados y sin embargo entraron y salieron”, aseguró, en referencia a los crímenes del subcomisario Rodrigo Becker y el estudiante secundario Lucas Cancino, apuñalado frente a su casa en Quilmes por un celular y su bicicleta. En ambos hechos, se lograron detenidos en 48 horas.
Otra vez, cargó con su discurso usual: el déficit en el aparato judicial. “Los problemas se resuelven con más fiscales y con más inversión en la Justicia”, aseguró, una crítica compartida por muchos fiscales, que en abril de este año advirtieron un posible colapso del sistema con un comunicado colectivo de 300 funcionarios de la Procuración.
“Yo he sido muy crítico de este gobierno prácticamente desde su inicio pero soy una persona que para la política tengo el peor de todos los defectos que es la lealtad, por lo tanto mi única ocupación de aquí al 18 de noviembre, por fuera de nuestra responsabilidad como ministro de seguridad, políticamente es trabajar para que el Frente de todos pueda revertir la situación”, indicó el ministro.
Por otra parte, insistió con su retórica usual de un peronismo tradicional. “A este gobierno le falta peronismo, el peronismo no es distribuir planes sociales, el peronismo es generar trabajo, generar educación, el garantismo no tiene nada que ver con el peronismo”, aseveró.
Después de las elecciones, aseguró, “vamos a discutir varias cosas”. Sin embargo, evitó responder sobre su continuidad o no como ministro: “No tengo la bola mágica”, aseguró. Sobre Máximo Kircher, dijo concordar con él en la estrategia para la provincia.