Por Daniel “Chino” Durán
Los vecinos de Avellaneda tienen una preocupación que tienen en común con otros vecinos del conurbano: la vulnerabilidad ante los delincuentes menores de edad. Son llamados de forma coloquial “pibes chorros” y azotan a cualquier ciudadano del distrito en cualquier horario, no distinguen edades y ni si quiera cercanía con su domicilio. Incluso muchas veces el que nos roba es un vecino que vive cerca nuestro y que lo conocemos.
Por este flagelo que requiere algunas respuestas del Estado inmediatas, muchos debaten de forma cíclica si hay que discutir la baja de la edad de imputabilidad. Es un tema que requiere muchos consensos y que depende de la voluntad política de todos los grandes partidos de nuestro país. Pero hasta que eso llegue debemos generar alternativas para frenar y disminuir los hechos de inseguridad cometidos por menores en un conurbano enorme y difícil de manejar.
Hay casos de chicos de 13, 14 y 15 años que cometen delitos y son aprehendidos, pero luego de unas horas son liberados. Esos hechos son los que generan malestar en nuestra comunidad y es necesario que la justicia actúe de otra forma para que estos actos no queden impunes. Si la sociedad ve que un delincuente entra por una puerta y a las horas sale por la otra deja de creer en el sistema. Los jóvenes delincuentes detenidos en hechos comprobados tienen que ir a un instituto de menores que los contenga, que les de educación, salud, buena alimentación, no a un depósito de adolescentes con condiciones similares a una cárcel para mayores.
Muchos con muy buenas intenciones, pero desde posiciones privilegiadas alejadas de la realidad plantean que la solución es la educación. Claro que es importante, pero quienes recorremos los barrios más postergados sabemos que los niños, niñas y adolescentes no pueden pensar en educarse si apenas tienen a veces para comer. Son niños que se convierten por la fuerza en adultos con las peores influencias para acceder a tener algo. Y en ese camino hacen lo que aprenden y lo que pueden y como pueden.
Es necesario que el Estado esté más presente en los barrios para lograr dar respuestas a los más postergados, que acerque actividades laborales, culturales y deportivas. Y también es importante que el Poder Judicial se ocupe de los menores delincuentes más peligrosos, les dé un lugar para que tengan la posibilidad de recuperarse y que no haga lo de siempre: deglutirlos de apuro y vomitarlos a la calle en horas para que sigan igual o peor que cuando fueron detenidos.
La educación es una solución alejada de la realidad? Si lo analizamos bien, todas las actividades propuestas (laborales, culturales, deportivas) implican a la educación. Opino qué, que la situación actual requiera la necesidad de políticas alimentarias, no desestima que la educación (en su concepto más amplio) sea la única forma de lograr el cambio en los menores corrompidos.