Aquellos que han tenido COVID-19 tienen una probabilidad significativamente mayor de experimentar dolencias en este sentido, según revelan investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en St. Louis y el Sistema de Atención Médica de Asuntos de Veteranos de St. Louis, EEUU.
Estos trastornos mentales incluyen ansiedad, depresión e ideación suicida, así como trastorno por consumo de opiáceos, de alcohol y de drogas ilícitas, trastornos del sueño y de la cognición.
En un estudio recientemente publicado en el British Medical Journal de condiciones amplias y completas a partir de los resultados de salud mental en personas con infecciones por SARS-CoV-2, los científicos encontraron que tales trastornos surgieron dentro de un año después de la recuperación del virus en personas que tenían infecciones graves y leves.
El estudio encontró que los sujetos que habían cursado la infección por COVID-19 tenían 60 % más de probabilidades de sufrir problemas de salud mental que aquellos que nunca se contagiaron, lo que llevó a un mayor uso de medicamentos recetados para tratar dichos problemas y a un incremento en el riesgo de trastornos por uso de sustancias, incluidos opioides y no opioides como el alcohol y las drogas ilícitas.
“Sabemos por estudios previos y experiencias personales que los inmensos desafíos de los últimos dos años de la pandemia han tenido un efecto profundo en nuestra salud mental colectiva -explicó el autor principal Ziyad Al-Aly , epidemiólogo clínico de la Universidad de Washington-. Pero si bien todos hemos sufrido durante la pandemia, a las personas que han tenido COVID-19 les va mucho peor mentalmente. Necesitamos reconocer esta realidad y abordar estas condiciones ahora antes de que se conviertan en una crisis de salud mental mucho mayor”.
Más de 418 millones de personas en todo el mundo y 78 millones en los EE. UU. se han infectado con el virus desde que comenzó la pandemia. “Para poner esto en perspectiva, es probable que las infecciones por COVID-19 hayan contribuido a más de 14,8 millones de casos nuevos de trastornos de salud mental en todo el mundo y 2,8 millones en los EE. UU. -aproximó Al-Aly, refiriéndose a los datos del estudio-. Nuestros cálculos no tienen en cuenta la cantidad incalculable de personas, probablemente millones, que sufren en silencio debido al estigma de la salud mental o la falta de recursos o apoyo. Además, esperamos que el problema crezca porque los casos parecen aumentar con el tiempo. Francamente, el alcance de esta crisis de salud mental es discordante, aterrador y triste”.