Mezcla de inoculantes diferentes, reducción de las dosis recomendadas y aumento del plazo entre cada inyección son algunas de las nuevas estrategias de vacunación contra el coronavirus que analizan o ya comenzaron a adaptar varios países ante la escasez inicial de vacunas registrada a nivel mundial y a la espera de la autorización de inmunizantes de otros laboratorios en sus territorios.
El país a la vanguardia de estas iniciativas es el Reino Unido, uno de los más afectados por la Covid-19 en Europa con más de 75.500 muertes, donde el reciente descubrimiento de una nueva cepa del virus más contagiosa ha disparado el número de infecciones y hace temer un colapso sanitario.
Ante esta situación desesperante, el Gobierno británico cambió sus pautas de vacunación el pasado 30 de diciembre para que la segunda dosis de los inmunizantes de Pfizer/BioNTech y Oxford/Astrazeneca sea administrada hasta 12 semanas después de la primera, en lugar de los 21 días prescritos.
La segunda dosis serviría para aumentar el tiempo de protección frente al virus, por lo que, a la hora de proteger a los grupos prioritarios, es preferible vacunar al doble de personas en los próximos meses que «a la mitad, pero solo con una ligera mayor protección», indicaron autoridades médicas en una carta remitida al personal sanitario de Reino Unido, en la que consideraron que 12 semanas «es un intervalo razonable para conseguir una protección a largo plazo».
El Gobierno británico autorizó, además, en casos excepcionales la mezcla de ambas vacunas, que no fueron diseñadas para ser combinadas, pese a la falta de evidencia sobre el grado de inmunidad de las dosis mixtas.
Si «la misma vacuna no está disponible, o si se desconoce el primer producto recibido, es razonable ofrecer una dosis del producto disponible localmente para completar el proceso», señaló la guía británica, aunque la jefa de inmunizaciones de la Salud Pública inglesa, Mary Ramsay, precisó que sería algo «muy excepcional».
Estas pautas contradicen las recomendaciones de países como Estados Unidos, el más golpeado por la pandemia, donde las autoridades sanitarias advirtieron que las vacunas contra el coronavirus «no son intercambiables» dada que su seguridad y eficacia no fueron evaluadas.
Para algunos expertos, la situación crítica del Reino Unido empujó a las autoridades a tomar decisiones extremas.
«No hay datos sobre esta idea en absoluto», dijo al diario The New York Times John Moore, experto en vacunas de la Universidad de Cornell.
Los funcionarios de salud británicos «parecen haber abandonado la ciencia por completo ahora y solo están tratando de adivinar cómo salir del lío», agregó.
Si bien la mezcla de vacunas genera polémica, algunos países europeos sí están planteándose aumentar el intervalo de aplicación de la segunda dosis para poder vacunar a más personas, a la espera de nuevos suministros.
Tal es el caso de Bélgica y Alemania, que pidieron a sus expertos evaluar una aplicación de la segunda dosis hasta un máximo de 42 días, el límite fijado por la Agencia Europea del Medicamento (EMA), mientras que Dinamarca anunció ayer que dejaría pasar dicho plazo entre ambas inyecciones.
Expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) informaron hoy que la vacuna de Pfizer/BioNTech puede ser retrasada varias semanas en «circunstancias excepcionales de contextos epidemiológicos y de problemas de suministros».
No obstante, precisaron que el intervalo nunca podía exceder las seis semanas y que la OMS continuaba recomendando la administración de ambas dosis «en un plazo de 21 a 28 días».
De hecho, el laboratorio BioNTech alertó hoy que la eficacia máxima de su vacuna contra el coronavirus no está garantizada si se retrasa la administración de la segunda dosis.
«La eficacia y la seguridad de la vacuna no han sido evaluadas para otros calendarios de dosis» más que las dos inyecciones espaciadas de 21 días aplicadas durante el ensayo clínico, explicó la empresa alemana, que desarrolló con la estadounidense Pfizer el primer inmunizante autorizado en Estados Unidos y Europa.
«Incluso si los datos demuestran que existe una protección parcial a los 12 días de la primera dosis, no hay datos que demuestren que la protección permanezca más allá de 21 días», explicó una vocera de BioNTech, citada por la agencia AFP.
«Consideramos que se necesita una segunda inyección para garantizar la protección máxima contra la enfermedad», sentenció.
Desde la EMA también destacaron la importancia de dar la vacuna completa, ya que «los vacunados no pueden estar completamente protegidos hasta siete días después de su segunda dosis», tal y como recomendó Pfizer tras sus ensayos clínicos.
Sin embargo, algunos científicos pidieron a los gobiernos que distribuyan dosis únicas de la vacuna contra el coronavirus, luego que una investigación preliminar de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) estadounidense sugiriera que proporcionan un grado de protección, más allá de las recomendaciones de los laboratorios.
Según los análisis realizados por el ente norteamericano durante la tercera etapa, antes de su aprobación, la eficacia de una sola dosis de la vacuna de Moderna es de entre 80% y 90%, mientras que la de Pfizer/BioNTech es de 70%, en comparación con el 95% obtenido con dos inyecciones.
También los reguladores británicos afirmaron, tras aprobar la vacuna de Oxford/AstraZeneca, que tenía una efectividad de cerca del 70% en las 12 semanas posteriores a la primera dosis.
«Los Gobiernos deberían distribuir tantas dosis únicas como sea posible lo antes posible. Podríamos salvar muchas vidas», aconsejó Chris Gill, especialista en enfermedades infecciosas de la Universidad de Boston a la radio local WBUR.
Según Bill, Moderna «no tuvo reparos en demostrar que una sola dosis era eficaz».
De hecho, el Gobierno estadounidense pretende reducir a la mitad las dosis del inoculante de Moderna, que contempla dos inyecciones en un plazo de entre 21 y 28 días.
«Sabemos que con la vacuna de Moderna, la mitad de una dosis a personas de entre 18 y 55 años, es decir, dos dosis con la mitad cada vez, implica lograr el objetivo de inmunizar al doble de personas con las dosis que tenemos y genera una respuesta inmune idéntica a la dosis completa», afirmó el responsable del programa de vacunación estadounidense, Moncef Saloui.
No obstante, Saloui reconoció el riesgo de dejar a la gente varios meses «con una inmunidad incompleta o una respuesta inmune equivocada», pero manifestó que debería ser corregido con una segunda dosis.