Son alrededor de 10 animales que viven sin contacto con humanos. Investigadores del Conicet estudian su comportamiento. Alerta por los pingüinos que comparten el mismo espacio. Sorpresa por la aparición de conejos
Hay una isla frente a la costa de Chubut que generó la curiosidad de un grupo del Conicet. En esa pequeña porción de tierra frente a la costa del pueblo de Camarones en el mar argentino hay una comunidad de gatos. En este caso la curiosidad que atrajo a los científicos es que estos felinos nunca tuvieron contacto con seres humanos. Georgina Squartini es licenciada en Ciencias Biológicas y becaria investigadora del organismo estatal. La joven pas´varias jornadas en la Isla Tova junto a dos o tres compañeros para poder ver de cerca a la comunidad de animales que interactúan allí.
Georgina se instaló en esa pequeña porción de tierra aislada del mundo con su carpa y algo de comida para pasar la semana. “Para llegar hasta la Isla Tova es necesario viajar en bote semirígido. Y el espacio para llevar cosas no es muy grande”, explica la investigadora en diálogo con Infobae.
“Mis directores, Alejandro Gatto y Daniel Udrizar Sauthier, ya trabajaban en esas islas hace varios años. Cuando yo era estudiante en la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, hice una pasantía en la que tuve que analizar muestras y obtener datos sobre la dieta de peludos en una de las islas. Así fue como conocí que existían estos territorios, donde había especies introducidas, y que resultaban ser un sistema muy interesante para estudiar”, relató Squartini.
Los científicos del Conicet estudiaron el excremento de los gatos y hallaron plumas de pingüinos
A pesar de que estas islas, como la Tova, están deshabitadas desde hace décadas, su historia incluye una serie de ocupaciones humanas desde el siglo XIX, que van desde asentamientos franceses e ingleses, hasta personal de la Armada y algueros. “Lo novedoso es que encontramos varias especies de mamíferos introducidos que posiblemente estén interactuando con las especies nativas. Nuestro enfoque es estudiar cómo se relacionan estas especies y cuál es el impacto que tienen sobre las colonias de pingüinos en particular – explica Squartini-. Centro mi investigación en los hábitos de esta comunidad de felinos porque son los depredadores que podrían estar ejerciendo una presión directa sobre las especies nativas”.
Georgina y otros científicos pasaron varias semanas en la Isla Tova para estudiar el comportamiento de la comunidades de animales. Pusieron cámaras fotográficas trampas para tomar imágenes. Allí pudieron divisar a los gatos y también conejos que deambulan entre la vegetación del lugar. “Estimamos que habitan unos diez gatos, cuyas características físicas no difieren mucho de los que podría tener cualquier persona en su casa. Un feral es un felino doméstico asilvestrado que se alimenta de la fauna que encuentra a su alrededor. Lo particular de esta isla es que estos gatos están completamente aislados de la población humana, ya que no vive nadie allí”, señaló Daniel Udrizar Sauthier, en un comunicado del Conicet sobre la investigación.
La vida en la Isla Tova
Durante esas jornadas, el grupo soportó tormentas patagónicas y la comunicación con el continente era escasa y esporádica. “No hay señal de celular y usamos una radio para confirmar que todo seguía bien en la isla – cuenta Georgina-. Igual es trabajo sumado a placer. Las noches estrelladas son únicas en Tova. No se ven en otro lado del mundo”.
Los gatos de la Isla Tova son de las mismas especies que los felinos que conviven con las personas en sus casas
“Observé que son bastante esquivos. Se pueden ver en la isla, pero no están acostumbrados a ver personas caminando cerca. Me crucé con alguno en los senderos más cerca de la costa, pero son felinos que le escapan al contacto con los humanos. Algo que no es común”, relata Georgina.
Squartini explica que hay otra isla en la que aparecieron las clásicas ratas de Ciudad. “Es en Leones, cercana a Tova. Allí hay un faro de la armada con lo cual hay presencia del ser humano. La hipótesis más fuerte que los roedores llegaron a la isla desde algún barco a principios de siglo XX”, explica la investigadora.
Para estudiar el comportamiento de estos gatos, Squartini utiliza diferentes métodos: “Durante mis investigaciones, coloqué cámaras trampa, que son dispositivos que toman fotografías cuando detectan movimiento. Esto nos permite ver en qué áreas se distribuyen, en qué momentos del día están activos y si hay alguna interacción con los pingüinos u otras especies. También recogí muestras de fecas para analizar su dieta en el laboratorio, examinando los restos encontrados. Los resultados preliminares indican que su dieta se basa principalmente en cuises y, en menor medida, en conejos (otra especie introducida en la isla), lagartijas, pingüinos y otras aves”.
Georgina Squartini ubica una de las cámaras trampa para tomar imágenes en la Isla Tova
Por su parte, el investigador Alejandro Gatto, agrega en el comunicado del organismo que “en las muestras de fecas aparecen restos de pingüinos, casi exclusivamente plumas. Pero esto no necesariamente indica que los gatos depredan directamente sobre individuos vivos, ya que es común que, durante la época de reproducción, muchos pingüinos mueran por diversas causas, y los gatos podrían estar aprovechando esos cadáveres como carroña”.
Los conejos de la isla
Otra curiosidad de la Isla Tova es la presencia de conejos. “Aquí la idea es que eran criados para alimentación de las colonias de algueros. Los seres humanos se fueron y estos animales comenzaron a reproducirse y a sobrevivir”, sostiene Squartini.
Un conejo captado por las cámaras de los investigadores del Conicet en la Isla Tova
Uno de los objetivos de la investigación de Squartini y sus directores es evaluar el impacto de los gatos sobre el ecosistema nativo, con un enfoque especial en la colonia de pingüinos de Magallanes. “Queremos completar el análisis de las muestras restantes, combinar los datos obtenidos de las cámaras trampa y, si es posible, aplicar técnicas de isótopos estables para obtener datos complementarios sobre la dieta, junto con un conteo detallado de la colonia de pingüinos. Una vez que tengamos toda esta información, la intención es integrarla para determinar los hábitos de esta especie introducida”, revela Squartini.
Georgina cuenta que no se ven acciones depredadores de los gatos en las imágenes que tomaron. “Puede ser que haya alguna acción instintiva de estar agazapado frente a un pingüino, pero no hay pruebas de que los felinos hayan atacado a estas aves en forma directa”, sostiene la investigadora del Conicet.
Otras de los enigmas de la supervivencia de los felinos en la Isla Tova es la falta de agua. “Deben tomar lo poco que se junta de lluvia entre las rocas. Otra fuente no tienen. La otra opción es que se hidraten a partir de su alimentación de otros animales”, evalúa Squartini. Así, avanzan los estudios sobre estos felinos tan exóticos para la Isla de Tova, dominada por pingüinos, las aves clásicas del sur argentino.